El altruismo o comportamiento prosocial, que se define como el grado de obligación que se siente en situaciones que implican ayudar a otros a expensas de uno mismo y constituye uno de los valores que más a contribuido al desarrollo de nuestra sociedad desde sus inicios. Es intrínseco al ser humano sentir de segunda mano lo que la gente a nuestro al rededor experimenta y la consecuente actitud solidaria y de ayuda que surge aún sin existir una obligación.
Es evidente que favorece a quien necesita ayuda, sin embargo, los beneficios también se ven en quienes se involucran de manera cotidiana en ayudar a los demás, pues reportan sensaciones de satisfacción, integración y pertenencia a su comunidad, paz y bienestar producto se saberse útiles y generosos; además comparten la sensación de esperanza que se infunde en quien es ayudado. En este sentido los expertos han encontrado que el altruismo está asociado a un mejor ajuste psicológico, menor reactividad al estrés y contribuye positivamente a un cambio en los estándares, valores y conceptualización de la calidad de vida propia.
Así, si deseamos comenzar a ayudar es recomendable hacerlo con algo que esté dentro de nuestras posibilidades y que no comprometa nuestro bienestar: una simple visita o llamada telefónica a un adulto mayor, ayudar a una persona discapacitada con sus compras, participar en algún comité comunitario, etc. Es importante tener en cuenta que existe un límite en la cantidad de tiempo que uno puede invertir en actividades altruistas o de voluntariado y que exceder este límite puede ser perjudicial; o bien si se padece de un trastorno psiquiátrico como depresión o ansiedad puede que incluso llegue a agravar los síntomas.
De las profesiones que se dedican a ayudar como consejeros y profesores, se sabe que ver a esta actividad como una obligación o compromiso resulta contraproducente por dos razones: en primera estar en contacto demasiado tiempo con personas en necesidad produce un contagio y desgaste emocional y segundo, cuando se anteponen las demandas de los demás a las propias se produce una sobrecarga que tiene efectos negativos sobre la salud física y mental. En resumen, es importante que el ayudar a los demás sea una actividad que se hace de manera desinteresada, y que al dar no nos privemos de la satisfacción de nuestras propias necesidades.
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